sábado, 19 de abril de 2008

A MI HIJO


A RAMÓN AZAÑÓN AGÜERA, MI HIJO
¡Lo supe aquel día ya tan lejano! Tan sólo tenías tres añitos, cuando varias maestras reunidas tratábamos de dilucidar qué podía ser un elemental dibujo ilustrativo de una ficha de trabajo. Recuerdo que te saqué de tu clase, convencida de que nos darías la respuesta. Y así fue, en un instante, y con tu vocecilla de párvulo, dijiste: Es un sacapuntas.
Y efectivamente era un sacapuntas dibujado de canto. Entre sorpresa y carcajadas la anécdota se olvidó pronto, pero desde aquel día, supe de tu capacidad para crear, improvisar, supe de tus cualidades poco usuales de cara a un futuro en el mundo laboral. Y no sólo como madre te valoré, sino también como profesional de la educación en la que mi gran empeño fue siempre promover la individualidad, la diversidad, convencida de que hay talentos ocultos que no se pueden evaluar con libros de texto y notas que nada califican y para nada sirven.
Sí, tú, de alma sensible y noble, viviste pleno de ilusiones con tus muchas y creativas aficiones de las que todavía quedan restos por los armarios de esta casa, y que yo conservo con amor porque fueron y son exponente de tus precoces y casi mágicos sueños. Y tus alas despegaron, creciendo, día a día por horizontes de ilusiones, proyectos… superación.
De ti, hijo, se puede decir que naciste artista, y tu madre que lo supo siempre quiso, con sus mejores armas, con todo su amor, colaborar a que lo fueras porque el arte, la belleza sólo es comprendida con el espíritu. Es bella y eterna la calidez que emana del corazón y se va proyectando allá donde alcanza nuestra mirada, nuestro destino, nuestra imaginación.
Pero he aquí que la vida es una lección continua para quién sabe leer en sus páginas que se van escribiendo al hijo de los días.
Y en este hora, cuando ya tienes tu propia hogar, tus esposa e hijas y cuando recibes tan merecido e importante premio, no puedo dejar de felicitarte públicamente, porque tu ejemplo puede servir a tantos jóvenes perdidos, hoy, atrapados por sistema de estudio generadores de fracasos y frustraciones.
Mi enhorabuena, hijo. Sigue sencillo, creativo, soñador, porque tuyo, y de lo que son como tú, es el futuro.

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